MUFON 88245

Nuestra experiencia familiar en la Patagonia Nuestra familia es propietaria de campos en Santa Cruz desde 1897, vivimos y trabajamos de la tierra durante generaciones, desde ese a1o hasta nuestros d1as. Durante los pasados meses y junto con otros vecinos superficiarios de la provincia de Santa Cruz y la Regi1n de Magallanes en el sur de la Patagonia de Argentina y Chile, nos venimos reuniendo con cient1ficos y profesionales que radicados aqu1 en el extremo austral investigan estos misterios con un alto perfil tecnol1gico y una seria y responsable confidencialidad que nos ha asegurado que nuestros testimonios permanezcan reservados. Este equipo de personas sabias nos viene motivando para que expongamos nuestras experiencias p1blicamente a trav1s de medios serios de car1cter internacional como MUFON, ello hacemos. Nuestro Abuelo tiene 98 a1os, el lleg1 a la Patagonia a los 5 a1os en 1924 cuando parte de nuestra familia ven1a escapando de las crisis econ1micas del hemisferio norte. Aqu1 lo esperaban nuestros parientes ya radicados hac1a mas de 2 d1cadas, y "Yoco", un perro mestizo patag1nico ya adulto que lo eligi1 como compa1ero de vida y en qui1n nuestro Abuelo encontr1 un amigo inseparable de aventuras en una tierra que por aquellas 1pocas era lejana, dura y aislada y que en era denominada "el desierto patag1nico" con todo lo que ello implica. En 1929 nuestro Abuelo ten1a 9 a1os y con toda la familia se trasladaban desde R1o Gallegos hacia uno de los campos al norte por lo que hoy es la ruta nacional 40 en ese entonces sin la actual denominaci1n ya que adem1s la provincia era en ese tiempo Territorio Nacional de Santa Cruz. Las rutas en esa 1poca eran apenas huellas consolidadas y no hab1a puentes para cruzar el caudaloso r1o Santa Cruz, los viajes duraban d1as y muchas veces se dorm1a en pesadas tiendas de campa1a a la vera del camino o si hab1a suerte en alg1n catre de alguno de los pocos paradores denominados "boliches" instalados cada tanto en los caminos, para seguir con las primeras luces del nuevo d1a. El r1o Santa Cruz se cruzaba con balsas de madera, unidas a una y otra orilla con pesadas cuerdas y con las cuales se cruzaban personas, mercanc1as y veh1culos. Una de esas balsas era de que operaba en el Paso Charles Furh tal como figura hoy en los matas, antes se denominaba Charles Furth cual es el verdadero nombre del "bolichero", el due1o que ten1a en el lugar la propiedad de la balsa, un almac1n de ramos generales, peque1o hotel y otros negocios asociados. El Abuelo y la familia cruz1 el r1o hacia el norte cerca de las 9 de la ma1ana al verificar que no hab1a lugar en el hotel, para luego prepararse a pasar la noche a unos 700 metros donde el r1o da una vuelta y hay reparo del fuerte viento patag1nico detr1s de una peque1a meseta de unos 60 metros de altura que rodean las aguas. Cerca del mediod1a ya estaba todo listo para el almuerzo y la familia se empez1 a reunir entorno al fog1n, mi Abuelo hab1a estado con "Yoco" jugando en unos matorrales en la base de la peque1a meseta y escribe mi Bisabuelo en su diario de viaje que lo llam1. Mi Abuelo vino corriendo hacia el fog1n hecho a la orilla del r1o desde unos 40 metros, y "Yoco" atr1s, cuando un objeto muy brillante se levant1 de lo alto de la meseta y baj1 en direcci1n a ellos pasando por arriba a muy baja altura. Cuando mi Abuelo lo vio ya pasaba sobre 1l y se dirig1a hacia el norte cobrando altura para luego desaparecer entre la pocas nueves del d1a soleado. Pero "Yoco" ya no estaba, esa cosa se lo hab1a llevado, nunca lo volvieron a ver. El objeto era brillante, grande, sus luces cambiaban de color y hay anotaciones que hablan de un sonido no identificado. Mi Abuelo fue golpeado por ese evento hasta lo mas profundo de su alma, mi familia tuvo que permanecer all1 por dos d1as buscando a "Yoco" hasta que hubieron de convencer a mi Abuelo que no lo volver1a a ver. En estos 88 a1os mi Abuelo nunca dej1 de rendirle homenaje a su amigo en el mismo lugar el mismo d1a que esto ocurri1, todos estos a1os ha ido al mismo lugar y esperado con ojos de ni1o volver a ver a su "Yoco". Ninguna inteligencia sensible puede dejar de comprender la relaci1n de un perro y un ni1o, en nuestra familia pensamos que estos misterios pertenecen a una inteligencia insensible que permanece oculta porque no puede comprender, o no quiere hacerlo, la naturaleza humana; o tal vez porque de hecho en solo una inteligencia malvada y oculta en las sombras nos acecha.

Date
CityCHARLES FUHR
District
CountryAR
SourceMUFON
Source ID88245
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